
Pero en ese trajinar comparado con las torturas mentales de los compulsivos, el hombre no encuentra su paz y su navío zozobra en su torrente. La interpretación es piedra de tropiezo en su mapa interno y es que para el hombre en busca de la comprensión, el razonamiento y la capacidad de análisis quedan varados en los linderos donde se inician la fé y el saber. La fé subjetiva, la que ha sido alejada de la sensibilidad y de la comprensión fluye como ácido quemando el vuelo cristalino y edificante de la lógica objetiva. El hombre se acerca en sus sueños al fanatismo y este es la esencia de toda su intranquilidad. El nublamiento de su comprensión autenticamente creadora genera relámpagos fluorescentes que iluminan el prostíbulo rodeador de su conciencia.
Ese empeño dibuja hasta el crugir de cascara de huevo aplastada por el pie descuidado del hombre comun. jugando a los choques con sus ideas el hombre mejora su naciente criterio. los recientes recuerdos enamoraban su existir presente. si la perpetuidad de lo mundano fuera cristalina su lucidez emergiera entre borbotones de agua hirviente y se evaporara expandiendose convertida en caricias morbosas que excitarían sus pensamientos.
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