sábado, 13 de noviembre de 2010

Del Mundo de las Ideas... (III)

El hombre para poder identificarse recurre filosóficamente a negarse, se ensimisma en la voluptuosidad de su propio ser. Recurre al dialogo secreto, al que está más allá de los ojos mundanos. Se torna inasequible para todos y se dice: Hoy no soy ser humano... inicio por negar mi condición de consciente y me proyecto desesperadamente hacia mi claridad; no oculto lo que soy y lo que soy ¿acaso no lo emano al mundo? Hoy no soy ser humano... renuncio en un instante de ilusión a lo que dicen que he sido y nace en mí la no verguenza escondida en los rincones incógnitos de mi secreto arcano inconsciente... No es un ansia repetirlo: Hoy no soy ser humano... en lapsos de ilusión me entrego al montón; descubro sobre ellos los desatinos naturales que  en mi condición de ser humano ayer cometía y en mi proyección hacia el infinito me siento libre, alegre, lúcido. Soy llama azul irradiando el universo, soy vida rodando en el todo... soy energía.

En el camino de los sueños el hombre tropieza con la aventura; se resigna a enfrentarla. Se arma oníricamente de sus deliciosas fantasias y destella diamantinamente, copando con su fulgor la reprobación que lo ha acompañado, transmutandola en azucar que maravilla su alma. Porque el anatema del hombre no es el fracaso sino el temor a emprender y ese temor no lo abandona en ningún instante de su vida. Frente a la naturaleza humana un propósito no representa una barrera y al lograrse nace de forma simultanea un nuevo objetivo con el cual sentirá que le dará sentido a su vida.

Las divagaciones son propias de las almas en estado de evolución conscientiva. El hombre que no ha puesto pié en el camino que lo lleva hacia su proyección infinita, luminosa, transita este plano donde las confusiones obnubilan sus reflexiones  y meditaciones. Una confusión es cuerpo femenil representado como idea. La lujuria enloquecedora abrupta un enamoramiento tortuoso donde el hombre es trapeado por afectos que se mutilan en el disfrute de aquellas formas sortilégicas que lo sumergen en un conjunto de actitudes masoquistas involuntarias y en la plenitud de la irreflexión aberrante. El hombre se sabe y se siente títere del porno movimiento de la confusión, pero es tal su embriaguez romantica en torno a ella, que su sentido auditivo se cierra a su capacidad de comprensión. el hombre en actitud idiotizada tambalea por las vías del razonamiento; cada tumbo representa un zig zag en el vuelo de su imaginación, liebre de sus actividades conscientivas.

No hay comentarios: