domingo, 7 de noviembre de 2010

Del Mundo de las Ideas... (I)

Allí donde se encuentran todo es abstracto, circular, atemporal; absurdo y lógico conviven en un amasijo especial. Ellas nos identifican, somos especie por ellas...


A veces un hombre requiere cierto nivel de tranquilidad para poder adaptarse; si es necesario lanzarse de espalda a la rugosidad del ambiente abatido por las sombras cancerígenas que copan su propia lucha, pues se lanza y nada más... la frente de ese hombre se hace gráfica y las ondulaciones sinusoidales se proyectan hacia el ser mismo, simulando un simple sello de oficina que forza - y lo logra- por dejar en la estela del ambiente su huella, que la siente como parte de la importancia de su existencia; algo así como un grito que lleva tras de sí el clamor que dice: !He existido, existo y al eternizarme existiré!.

El hombre recostado de espaldas y enrumbado hacia el frente se enrosca en la tuerca de su destino - tan espiral, tan ascendente- y comprende a plenitud la tosquedad e inutilidad de su torpeza. Come ávido, engullendo desmoralizante y desesperadamente el conocimiento desvirtuado que ha recibido y como algo repulsivo lo aparta de sí. No siente el magma de la duda queriendo fundir el material de sus emociones. 

Las perspectivas se tornan razonables. El hombre de vista al mar disfruta de la playa y a conciencia de sí observa que no para de danzar, delatando con ello su sentido fino en el goce de la naturaleza. Entiende de manera casi absoluta el paisaje que le rodea; cada rayo que rebosa su cuerpo es arcoiris rayando su anatomia y siente de manera coqueta cierta femineidad en la dulzura viscosa que lo acaricia; se siente amado por lo que existe... Pero al hombre no le basta con entender. Si ha aprendido algo es que entender es la mirada al pasado para asimilar el presente y asimilar este es solo proyección a  lo que vendrá y no lo es todo para adaptarse: necesita soñar...

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