domingo, 5 de diciembre de 2010

Contemplación de lo Etereo...


El tiempo no deja de ser el enemigo constante. Cuando se observa lo que no interesa y no se evalúa lo que intriga no queda más que detenerse en la sola y sombría oscuridad de la eterna soledad cognitiva; en este soliloquio infernal sentidamente nauseabundo queda la queja de nosotros mismos y de nuestra sombra. No  conocemos sentimiento más delatador, más infortunadamente cierto que la reserva a lo desconocido; es la codicia de lo curioso que no puede avanzar más allá de lo que ya se ha dicho, o la permanente sedicia del conocimiento que lleva al intelecto a flaquear por lo ignoto de nuestra socorrida ignorancia. 

Juventud del alma que no espera siquiera un poco de esperanza para alcanzar el terreno de lo profundo ni la honda melancolía de descifrar el misterio de lo tremendamente inexplicado. Tiempo largo, no somos nosotros que desesperamos de ti, es el alma, en el más intrigante de los misterios, embarcada en sus interminables desvelos, disociada en esencia de lo pasajero, transportadora de lo sublime y de lo perpetuamente bello que se inmortaliza en sus sabios desdenes. Ella no conoce del dolor de la carne ni de sus aflicciones palpables y aun hablando de su dudoso desespere ella se mantiene inmutable ante la presencia de las inimaginables adversidades. 

Sólo el fluir de las palabras las define, esas malditas palabras que tratan de enturbiarlo todo, esas que intentan alejarme de su sublimidad. No lloraremos de dolor ni emoción al transitar por ti, enemigo constante, con tus calles altas de sinusoides interminables que desesperan, no atardecen nunca y sus días parecen eternos, siempre tristes, interminablemente agónicos en su recorrido. Calles de memorias en sus asfaltos, en las lineas que definen sus vías. Derechas e izquierdas hirientes, señales malditas que abruman en un universo inédito, anónimo. Bifurcaciones cruentas, culpables silentes de un futuro vacilante.

2 comentarios:

David Cotos dijo...

melancólicas líneas.

soy... dijo...

Exacto.

Un placer mirarte recorrer mi rinconcito virtual.

Un saludo.